CRÓNICA DEL VIAJE A BALMASEDA
Hace ya más de dos años empezó a oírse las primeras noticias sobre un Ecce Homo parecido al de Cuenca. Primero, creo recordar que vi algo por el foro del Amarrao, lo más impactante fue ver una fotografía en la que aparecía un Ecce Homo igual que el nuestro. Fue entonces cuando comenzaron a surgir las preguntas; ¿Pero dónde está?, ¿De quién es? , ¿Cómo no sabíamos nada?.
Poco a poco se fueron dilucidando nuestras preguntas. En una conferencia en la sede de la Soledad del Puente que ofreció José Miguel Carretero, hermano y compañero de banzo ocasional en la procesión extraordinaria del 150 aniversario, y más tarde en el magnífico artículo que publicó en el especial de Semana Santa de este año 2012 titulado "DOS ECCE HOMOS IGUALES", que despejó muchas dudas. Así conseguimos saber que la talla la realizó Lorenzo Collaut-Valera en 1922, padre de Federico Collaut-Valera, autor del nuestro, esculpido 19 años antes. ¿Pero cómo pueden ser tan parecidos?
El artículo antes mencionado de José Miguel, nos reveló que Lorenzo falleció a la edad de 54 años. Fue entonces cuando Federico, que compartía profesión con su padre, se encargó de terminar algunas obras que aquel dejó inacabadas y que firmó con las iniciales de ambos. Ahora bien, el Ecce Homo "vasco", vamos a llamarlo así para diferenciarlos, está firmado por Lorenzo, y el de Cuenca por Federico. Pero las dudas de que el de San Miguel sea también de Lorenzo son grandes; por el asombroso parecido y por lo rápido que se debió esculpir el de Cuenca, apenas tres meses según los archivos. La falta de más información nos dejó con la duda.
Por lo tanto, desde la Hermandad se planteó la posibilidad de organizar un viaje hacia tierras Vascas, en busca de "el hermano gemelo" y así nos pusimos manos a la obra. Después de muchas dudas y aplazamientos logramos reunir un grupo no muy numeroso pero con ilusión de conocer dicha talla. Y el 12 de octubre día de la Hispanidad, festividad de la Virgen del Pilar, nos pusimos en camino, haciendo estación en Burgos, tierra del Cid, para tras una breve visita, recuperar fuerzas para el último tramo hacia nuestro destino.
Después de doce horas y algún que otro DVD de Semana Santa, por fin pusimos pie en Bilbao con tiempo para instalarnos en el hotel y poder dar una vuelta por el casco viejo, con la mente puesta en el día siguiente.
Por fin llego el día, enseguida llegamos, pues Balmaseda se encuentra a 15 minutos de Bilbao. Nos sorprendió gratamente el pueblo, rodeado de montañas y vegetación, bordeado por un rio llamado Cadagua asaltado por varios puentes entre los que destaca el llamado Puente Viejo, antigua y única puerta del pueblo en la época en la que se encontraba amurallado, pues Balmaseda es la Villa más antigua de Vizcaya, con más de 800 años de historia.
Seguidamente conocimos en persona a Paloma, nuestro contacto en Balmaseda, con la que previamente habíamos hablado.
Paloma trabaja en el museo de Historia de Balmaseda y nos hizo de extraordinaria guía, sirvan estas líneas para darle nuestro agradecimiento, pues sin tardar se puso en acción y de camino al convento de Santa Clara nos explicaba todos los detalles de los sitios por donde pasábamos hasta que llegamos a la Calle de las Monjas, donde se encuentra el conjunto Monumental Santa Clara. Situado en la antigua Iglesia, se encuentra el Centro de Interpretación de la Pasión Viviente, que alberga en su interior una exposición sobre el Vía Crucis Viviente que se representa en Semana Santa.
Allí nos esperaban algunos de los organizadores, e incluso tuvimos la oportunidad de conocer a los vecinos que iban a representar los papeles protagonistas. Comprendimos el nombramiento como Patrimonio de la Humanidad de su Pasión Viviente, dada la ilusión e implicación que los habitantes de Balmaseda reflejan en la misma.
Lo que nos había llevado hasta allí era poder admirar esa talla que teníamos tan cerca y sin demora nos condujeron hacia ella. Pudimos examinarla, rodearla, fotografiarla, olerla y sentirla, estábamos por fin junto ella. Delante de la obra del padre. El Ecce Homo de Lorenzo junto a los Hermanos del Ecce Homo de Federico. Finalmente todos juntos, los de Cuenca con el de Balmaseda y el de Balmaseda con los de Cuenca. Desplegamos un repostero con el escudo de nuestra Hermandad para unirlos un poco más. Las emociones no son fáciles de describir y en ese momento eran muchas, bastaba con mirarnos las caras para entendernos. ¡Cuántas veces habíamos tenido igual de cerca a nuestro Ecce Homo! Al limpiarlo, al ponerlo en andas, colocarle el cordón o las espinas, y ahora por primera vez pudimos estar también con su "gemelo Vasco". Al verlo tan cerca, lo sentimos también un poco nuestro, de la misma manera nos lo transmitieron los amigos de Balmaseda, al reconocernos a partir de ese momento Hermanos; no de Hermandad, pues ellos no lo son, sino de Imagen. Dos Ecce Homos iguales como relataba José Miguel Carretero, ahora también Hermanos.
Después de innumerables fotos y varias vueltas alrededor de la talla, mostramos nuestro agradecimiento por la amabilidad y el buen trato recibido con unos regalos que Antonio Garrote, con su experiencia y buen hacer, había envuelto de manera muy especial. Regalo al que nos correspondieron como buenos anfitriones.
De la antigua Iglesia nos llevamos una experiencia única por lo que allí encontramos. Y del viaje la armonía entre los Hermanos, los momentos de broma, que fueron muchos, y como diría David "lo pasamos encantadores". En el recuerdo quedará la sensación de haber participado en otro capítulo de esta historia que cumple más de 150 años.
Fco. Javier Campillo Garrote.
Vicesecretario de la Venerable Hermandad del Stmo. Ecce-Homo de San Miguel.